El lado humano de la IA: Mi preocupación por quienes dejamos atrás
- Rousse Lavalle
- 10 jul
- 2 Min. de lectura

A veces, en la quietud de la noche, cuando todos los dispositivos están apagados excepto el que uso paraescribir, me asalta una pregunta incómoda: en esta carrera
por abrazar la inteligencia artificial, ¿a quién estamos dejando atrás?
El vértigo que no comparto
Recuerdo la expresión en el rostro de mi madre octagenaria cuando le mostré lo que podía
hacer con ChatGPT. No era asombro ni entusiasmo. Era miedo. El mismo miedo que veo en
los ojos de muchas personas para quienes la tecnología no es una extensión natural de sus
capacidades, sino un mundo ajeno que avanza a un ritmo que les resulta imposible seguir.
Y me pregunto si estamos realmente escuchando ese miedo o simplemente lo estamos descartando como resistencia inevitable al cambio.
La soledad digital
Hay una soledad particular en sentirse excluido de la conversación del futuro. Lo veo en reuniones donde el entusiasmo por las nuevas herramientas de IA deja a algunos participantes en silencio, no porque no tengan nada que aportar, sino porque sienten que su
experiencia ya no importa en este nuevo mundo.
Me conmueve pensar en cuántas voces valiosas estamos perdiendo, cuánta sabiduría humana estamos dejando de lado en nuestra prisa por entrenar algoritmos cada vez más sofisticados.
Más allá del "aprende o perece"
"Deberían actualizarse", escucho decir con frecuencia. Como si décadas de experiencia pudieran –o debieran– desecharse así de fácil. Como si el valor de una persona estuviera determinado únicamente por su capacidad para adaptarse a la tecnología más reciente.
Esta visión me parece no solo cruel sino profundamente equivocada. La transición hacia un mundo potenciado por IA no puede ser un filtro darwiniano que determine quién merece prosperar.
El puente que debemos construir
Últimamente me encuentro en un lugar extraño: disfrutando los beneficios de la IA mientras me preocupa profundamente el mundo que estamos creando con ella. Creo que nuestra responsabilidad no es solo avanzar, sino tender puentes. No se trata simplemente de capacitar a las personas en nuevas herramientas, sino de diseñar tecnología que respete y valore la diversidad de formas en que los humanos contribuimos al mundo.
Un deseo personal
En mis momentos más honestos, reconozco que mi fascinación con la IA convive con un deseo profundo: que cuando miremos atrás dentro de una década, podamos decir que fuimos tan innovadores en crear inclusión como lo fuimos en desarrollar algoritmos.
¿Qué te mantiene despierto por la noche cuando piensas en la IA? ¿Has sentido alguna vez
esta ambivalencia entre emoción y preocupación?
Me gustaría conocer tus reflexiones más personales, no las respuestas correctas ni los lugares comunes. Porque quizás, si compartimos nuestras dudas con la misma honestidad con que compartimos nuestros éxitos, podamos encontrar juntos un camino que realmente no deje a nadie atrás.
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Este blog se complementa con el microlearning "Tú + la IA" que desarrollé como parte de mi compromiso con un uso ético y humano de la tecnología.
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