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Lo que aprendí sobre el mobbing cuando ya era demasiado tarde







Nunca olvidaré cómo cambió mi mirada al espejo. Había pasado de ser una profesional segura de mí misma a alguien que dudaba de su propio valor. Todo comenzó con un simple malentendido que nadie se preocupó por resolver.



El conflicto que nunca debió escalar

Todo comenzó hace años, cuando expresé una opinión diferente en una reunión de equipo. Lo que parecía un simple intercambio de ideas se convirtió gradualmente en algo personal.

No vi venir lo que seguiría.


Lo que aprendí de la manera más dura es que el mobbing siempre comienza con un conflicto no resuelto. Un desacuerdo que podría haberse solucionado con una conversación sincera, pero que en su lugar se convierte en algo personal cuando alguien decide que la única solución es deshacerse de quien piensa diferente.


Las señales que sufrí en silencio

Ahora puedo reconocer las etapas que viví: primero fue solo tensión, sentí que alguien me percibía como una amenaza. Luego, casi imperceptiblemente, comenzó la estigmatización: comentarios negativos sobre mi trabajo, exclusión de reuniones importantes, miradas cómplices cuando yo hablaba.

Lo más doloroso de recordar fue la tercera etapa: el diagnóstico incorrecto."Es que quizás no encajas en nuestra cultura", fue la frase devastadora que escuché de mis superiores. Para

entonces, la empresa se había vuelto cómplice involuntario, etiquetándome como el problema.


El precio que pagué

Para cuando comprendí lo que me estaba sucediendo, ya estaba en la etapa de expulsión. Mi salud física y emocional se había deteriorado significativamente. Me aislé voluntariamente para evitar más sufrimiento, mientras la empresa sutilmente me apartaba "para que no dañara al resto".

Finalmente, salí de aquella organización, pero no solo dejé atrás un trabajo. También perdí temporalmente mi confianza, mi seguridad profesional y una parte de mi identidad. Tuve que reconstruirme desde cero.


Lo que hago diferente ahora

La recuperación fue lenta, pero transformadora. Hoy, desde mi nueva posición profesional, entiendo que resolver conflictos en su etapa inicial no es opcional - es esencial.

He aprendido a reconocer las primeras señales, a documentar situaciones problemáticas, y sobre todo, a valorar entornos donde existe un genuino respeto por la diversidad de opiniones.

Y lo más importante: he comprendido que el mobbing no es un problema entre dos personas - es un fallo sistémico en la cultura de una organización que permite que el conflicto escale hasta convertirse en acoso.


¿Has experimentado o presenciado situaciones similares? ¿Pudiste identificar en qué etapa se encontraba el conflicto? ¿Qué harías diferente si reconocieras estas señales hoy?

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Este blog se complementa con el microlearning "Etapas del mobbing" que desarrollé como parte de mi compromiso con la creación de entornos laborales saludables y respetuosos.

 
 
 

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