Cuando el trabajo abusivo se aproxima a la esclavitud moderna
- Rousse Lavalle
- Jun 12
- 2 min read
Updated: Jun 13

Hace unas semanas, una exempleada de mi entorno profesional me compartió su experiencia en una empresa anterior. Su relato me heló la sangre: jornadas de 14 horas, imposibilidad de rechazar llamadas a cualquier hora, vacaciones canceladas sin previo aviso, humillaciones públicas... todo bajo la amenaza constante de un despido
que no podía permitirse. Me quedé pensando en sus palabras durante días.
¿Dónde está la línea que separa un empleo abusivo del trabajo esclavo moderno?
Los rostros del abuso normalizado
He observado situaciones inquietantes a lo largo de mi trayectoria profesional: personas durmiendo en oficinas para cumplir plazos imposibles, compañeros perdiendo eventos familiares cruciales por exigencias laborales injustificadas, profesionales brillantes desarrollando problemas de salud debido a la presión constante.
Lo más absurdo es cómo hemos normalizado estas condiciones. Las celebramos incluso. Llamamos "apasionados" o "comprometidos" a quienes sacrifican su bienestar básico por el trabajo. Confundimos la explotación con la dedicación.
Un continuo de control y coerción
Escuchando historias como la de mi excompañera, entendí que entre el trabajo decente y el
trabajo esclavo no existe un abismo, sino un continuo.
El trabajo esclavo, tal como lo define la OIT, implica el uso de coerción, amenaza o engaño para controlar a una persona y explotar su trabajo. Pero, ¿acaso no hay elementos de coerción cuando alguien acepta condiciones abusivas por miedo a perder su sustento? ¿No hay control cuando se exige disponibilidad absoluta bajo amenaza de consecuencias laborales?
La diferencia es de grado, no de naturaleza.
La trampa de la libertad aparente
"Pero ellos eligen quedarse" escucho a veces como justificación. Esta afirmación ignora las realidades económicas y sociales que limitan nuestras opciones.
Cuando las alternativas son escasas, cuando las deudas se acumulan o cuando las responsabilidades familiares son apremiantes, la "libertad" para rechazar condiciones abusivas se vuelve ilusoria. Es precisamente esta vulnerabilidad la que explotan tanto los empleadores abusivos como los traficantes de personas.
Mi compromiso como testigo
Como profesional, he decidido que no puedo mirar hacia otro lado. No puedo normalizar prácticas que erosionan la dignidad humana, ya sea en su forma extrema (el trabajo esclavo) o en sus manifestaciones "aceptadas" (el trabajo abusivo).
Este compromiso se traduce en pequeñas acciones cotidianas: cuestionar plazos imposibles,
rechazar la cultura del sacrificio personal como valor, defender espacios de descanso genuinos, y sobre todo, estar atenta a las señales de abuso en mi entorno profesional.
¿Has presenciado situaciones donde la línea entre trabajo abusivo y explotación se desdibuja? ¿Qué pequeñas acciones podemos tomar desde nuestros roles para promover entornos laborales que respeten la dignidad humana?
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Este blog se complementa con el microlearning "Trabajo esclavo moderno" que desarrollé como parte de mi compromiso con la promoción de prácticas empresariales éticas y respetuosas de los derechos humanos.
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